“Mientras ella hablaba así, el joven, absorto en la contemplación de su
fantástica hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba
más y más al borde de la roca […] La
noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del
lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban
en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas
infectas... “Ven, ven...” […] Y la
mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba suspendida, y
parecía ofrecerle un beso..., un beso... Fernando dio un paso hacia ella..., y
otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y
una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve...” Este
párrafo corresponde al desenlace de Los
ojos verdes (1861), famosa leyenda de Gustavo
Adolfo Bécquer, nuestro más sugerente autor de relatos terroríficos.
La función de toda buena película
de terror es entretener y, sobre todo, asustar. Mamá consigue ambas cosas con una maestría fuera de lo habitual en
este tipo de producciones. El argumento transcurre entre las paredes de una
amplia casa, que resultan ser la claustrofóbica trampa donde se mueve a sus
anchas un espectro terrorífico, vaporoso y mutante, sugerido por el alma
acuática de Lo que la verdad esconde
(Robert Zemeckis, 2000), filme igualmente eficiente. Las polillas que
frecuentan los cadáveres surgen de los muros y vaticinan la materialización del
engendro. La presencia sale del armario, escala las paredes, cruza por los
vanos del fondo, salta al primer plano, en un juego de sustos similar al de un
buen Pasaje del Terror. Los espectadores estallan en agudos y prolongados
gritos propios de montaña rusa. Apenas hay descanso. Prevalece un clímax casi
continuo.
Los niños suelen tener mayor
facilidad para entender a los espíritus. Lo comprobamos en la serie Poltergeist. Muschietti escarba en esa
línea y explota la idea de amenaza que pende sobre las pequeñas. Como sucedía
en El exorcista (1973), aquí también
hay un psiquiatra muy superado por la dimensión sobrenatural del drama. La
atmósfera evocadoramente gótica de la criatura y de su pasado en un manicomio
espectral, contribuye a intensificar el tono malsano de la historia. Una
película lograda, pese a moverse entre tópicos, por encima de la
superficialidad media, con notables efectos y óptimas interpretaciones
infantiles de Megan Charpentier e Isabelle Nélisse. Los asomos repentinos
del monstruo en pantalla parecen proceder de Historia macabra (Ghost Story,
John Irvin, 1981), una de las mejores cintas de terror clásico, donde el
fantasma vengativo de una joven acosa y aterroriza a unos ancianos que tuvieron
que ver con su desgracia. Por supuesto, la idea de la madre celosa y posesiva
es de Psicosis (Alfred Hitchcock,
1960), sin duda, el mejor largometraje de terror que se haya filmado.
En cuanto a la estética de la
criatura de la madre, desmesuradamente alargada, sin duda se inspira en los
retratos de Amadeo Modigliani
(1884-1920), sobre todo en uno de ellos, misterioso, atípico e inquietante: Desnudo doloroso (Nudo dolente, 1908). Modigliani, a su vez, era seguidor de las
propuestas simbolistas de Edvard Munch (Madonna,
cinco versiones entre 1894-95) y del escultor e ilustrador belga George Minne (1866-1941). De Minne toma
Modigliani la expresión más dolorida del placer, plasmada en ojos almendrados y
opacos, unos brazos muy largos y unas manos crispadas como garras. Los ojos
ciegos miran tanto para fuera como para dentro. La faz es icónica,
despersonalizada. La figura entera es expresión de un corazón tortuoso y
apenado.
En el caso que nos ocupa, la
criatura de la madre ha sido elaborada por Javier
Botet, quien viene trabajando en cine desde 2005. Botet padece el síndrome
de Marfan, que también aquejó al faraón Amenofis IV (Akhenaton). Esta dolencia provoca
la hiperlaxitud de los tejidos, con una elevada estatura y un alargamiento
anormal de brazos y piernas. No obstante, el influjo de Modigliani en los ojos
neutros y el estiramiento, y el de Minne en la madre que lleva sobre el hombro
a un bebé desnudo, se antojan evidentes.
No es fácil contentar con una
película de horror, habitualmente designada como subproducto cinematográfico.
Sin embargo, grandes directores coquetearon con el reto, como el mencionado
Hitchcock, o Roman Polanski (La semilla
del diablo, Rosemary’s Baby,
1968). Lo importante de un filme así es que lo irreal no desentone demasiado
con lo natural. Que el espectador se convenza de que eso puede estar sucediendo
naturalmente. Mamá, de Muschietti, no
deja que el público piense demasiado sobre las posibilidades de lo que está
viendo al seguir la táctica de volver imprescindible cada escena. Ello sucede
también en otra de las cumbres vitales del terror, La profecía (The Omen,
Richard Donner, 1976), que cuenta, además, con la lacerante partitura maestra
de Jerry Goldsmith. Cine de niño emparentado con la materia oscura, al igual
que la sobresaliente La huérfana (Orphan, Jaume Collet-Serra, 2009).
Mamá es una notable historia de fantasmas, pero no es la mejor,
circunstancia que recae, a nuestro juicio, en un clásico muy poco visto de
1944, Los intrusos (The
Uninvited, Lewis Allen), excepcional largometraje de fantasmas femeninos
que bajan por una escalera en un caserón junto al mar. Por supuesto, si de
visión desdramatizada se habla, hay que citar la maravillosa y única El fantasma y la Sra. Muir (Joseph Leo
Mankiewicz, 1947). No podemos olvidar, por supuesto, la aportación de Henry
James, Otra vuelta de tuerca, adaptada por Truman Capote: Suspense (The Innocents, Jack Clayton, 1961), donde las lágrimas de un
espectro resultan ser huellas reales. Más recientemente quedaría Al final de la escalera (The Changeling, Peter Medak, 1980), magistral
ejercicio, con un George C. Scott que no se iba a prestar a hacer cualquier
tontería. Y a la mitad, La leyenda de la
mansión del infierno (John Hough, 1973), sellada por las escalofriantes
interpretaciones de Roddy McDowall y Pamela Franklin.
Acceso al cortometraje "Mamá" (2008).
Vídeos de Javier Botet.
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Más sobre "Mamá" (2013) en "Onmadrid".Acceso al cortometraje "Mamá" (2008).
Vídeos de Javier Botet.
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