Orson, mago de primera.

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domingo, 18 de noviembre de 2018

La Residencia de los Dioses.

Tomamos este título de un álbum de Astérix para referirnos a la morada que no está en ninguna parte, donde sin embargo los astros relucen. Esos astros que no encuentran acomodo en las ciudades o en el campo; en un día laboral, en el quehacer de la vida corriente; que no tienen familia, o no están a gusto con la que tienen. Un astro así fue Freddie Mercury: compositor, cantante, estrella del grupo Queen
Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) rinde tributo a este artista rompedor, cínico, irónico, extravagante. Lo hace con toda la estética y características de las películas biográficas, pero sin incurrir en los habituales ñoñería y sentimentalismo. Además, no es una visión solo de Freddie, sino de la banda en su conjunto. El guion apuesta por la simpatía, los toques de humor, el dinamismo y, naturalmente, por las canciones más melódicas del grupo. Sus miembros quedan bien representados por Gwilym Lee (Brian May), Ben Hardy (Roger Taylor) y Tom Hollander (Jim Beach). Bohemian Rhapsody es un filme para entretener y para gustar. También para aproximarse a Freddie Mercury (nacido Farookh Bulsara en Zanzíbar, el 5 de septiembre de 1946), si no se le conocía.
Seis minutos cambiaron la historia de los singles y de las transmisiones de música por radio. Los seis minutos de duración del tema que da título a la película. Hasta mediados o finales de los años setenta, no se editaban en singles canciones largas, que superaran los tres minutos o tres minutos y medio. Queen osó “romper” con EMI al negarse la productora a publicar Bohemian Rhapsody en sencillo, alegando que era demasiado extensa, además de monótona. Se acercaba a la obertura de una ópera. Pero los gustos del público migraron y todo fue posible después. A Night At The Opera (Una noche en la ópera, 1975), un homenaje a los Hermanos Marx, será el gran álbum de Queen. Anteriormente, grabaron Queen I –de rock duro—y Queen II (1974), donde el sonido se suavizaba. Después vino A Day At The Races (Un día en las carreras, 1976), nuevo guiño a los Marx Brothers. Estos álbumes ya contenían, como innovación, contribuciones de cada miembro del grupo. Queen intentó volver participativo al público, para que este interviniera en el seguimiento del ritmo de las canciones. Este rasgo lo recoge bien el guion.
El principal defecto de este largometraje es poner a CBS como antagonista en la sombra y pretender que Freddie sin Queen no era nadie, y que Queen sin Freddie tampoco. Muy falso, porque con CBS Mercury tuvo notables éxitos. Cinco singles y un Long Play lo corroboran, editados entre 1984 y 1986. Tampoco es verdad que Freddie rompiera con EMI, para quien grabó un single (Time, 1986) y tres Long Play (entre ellos, Barcelona, en 1988). Casi a la par que debutaba en un estudio con la banda, Mercury había grabado un single con EMI, I Can Hear Music (1973), aunque bajo el seudónimo de Larry Lurex.
El guion sí enfatiza la tumultuosa relación sentimental de Freddie (Rami Malek más que correcto) con Mary Austin (Lucy Boynton), a quien conoció en 1970, y con la que estuvo conviviendo siete años. Extraña pareja, porque Mercury era más homosexual que otra cosa. En la película un día Mary “se cae del guindo” y descubre la faceta gay del personaje. 
No están bien trazadas las primeras coordenadas musicales de Freddie. A finales de 1960, el vocalista coqueteaba como fan con el grupo Smile (futuro Queen) y compartía piso en el selecto barrio de Kensington con Roger Taylor, miembro de su admirada banda. Ambos vendían ropa y pinturas en un mercadillo de ese distrito londinense. Pero al tiempo Freddie cantaba con Ibex, un grupo de Liverpool, y con Sour Milk Sea, con la que estuvo pocos meses. En abril de 1970, cuando Smile perdió a Tim Staffell --que por otra parte era viejo amigo de Freddie, ya que fue compañero suyo en la escuela de Arte donde Freddie se hizo diseñador gráfico--, Mercury pasó a la banda y sugirió el cambio de nombre por Queen. Él mismo diseñó el logotipo del grupo, incluyendo los signos del zodiaco de sus componentes, y añadiendo el mítico Ave Fénix, como símbolo del resurgimiento musical.
Freddie cometía excesos y daba sonadas fiestas, pero no andaba “comprando las amistades” para llenar un vacío como muestra la película. El músico y cantante era muy amigo de sus amigos, e incluso se ganó la simpatía y el corazón de la soprano Montserrat Caballé, a quien conoció en marzo de 1987, en la Ciudad Condal. Con ella preparó un álbum conjunto. El famoso tema Barcelona fue interpretado por ambos por primera vez en la discoteca ibicenca Ku, en mayo de 1988.
Así pues, Bohemian Rhapsody se centra demasiado en el matrimonio entre Freddie Mercury y Queen, tergiversando y olvidando otras facetas y detalles de la vida del vocalista y compositor.
Freddie Mercury contrajo SIDA en 1986. Lo mantuvo en secreto a los miembros de su banda, y no lo hizo público hasta un día antes de morir. Falleció en su cama de su piso de Kensington, a las siete de la tarde del 24 de noviembre de 1991. Tenía 45 años. 
© Antonio Ángel Usábel, noviembre de 2018.