Albert Camus es un escritor imprescindible. Impactante, por la viveza y crudeza de sus argumentos y personajes. No debe faltar en cualquier biblioteca, por lo menos, su drama teatral Calígula, o sus novelas La peste y El extranjero. Existencialista, presenta a un hombre inmerso en un entorno que parece no pertenecerle, y, desde luego, no dominar nunca. El protagonista de Camus va a la deriva del mundo; se deja arrastrar por la corriente como ramita caída en el río. Quizá se exceptúe el emperador loco, que desborda de poder y, sin embargo, también queda atrapado por la fuerza de ese desbordamiento. Cambia la realidad a su antojo, para no hacer sino atraerse sobre sí su propio final. Cualquier esfuerzo resulta inútil, como Sísifo empujando la enorme piedra que pronto habrá de caer.
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| Benjamin Voisin en "El extranjero" (F. Ozon, 2025) |
La novela de Camus se publicó en
1942, y el escritor trabajaba en ella desde, al menos, 1938. Retrata la vida
anodina de un francés argelino, Meursault, oficinista, al cual comunican, por
telegrama, la muerte de su madre –su único familiar vivo--, en una residencia
de caridad a varios kilómetros de Argel. Meursault asiste a su funeral fríamente,
sin derramar una lágrima. De vuelta en la ciudad, coincide en una zona de baños
pública con una joven a la que apenas veía, Marie, y a quien utiliza como
consuelo sexual. Un vecino suyo, Raymond, proxeneta, le pide ayuda para
escribir una carta de amor a su novia árabe. Su relación con ella es muy
tormentosa y violenta, y un día se produce una agresión sobre la mujer, que
promete ser vengada por el hermano de esta. Durante una escapada a una playa, tres
muchachos árabes siguen a Raymond y se enfrentan con él, hiriéndolo levemente
con una navaja. A la vista de esto, Meursault decide ir en pos del agresor. Lo
encuentra tumbado tranquilamente sobre la arena, saca una pistola que llevaba
Raymond, y le mete cinco tiros. Meursault se entrega a las autoridades y se le
asigna un abogado de oficio. El detenido no pone ningún interés por encauzar su
defensa. Reconoce los hechos, y espera su sentencia con indolente resignación. Es
condenado a la guillotina, y tiene un duro enfrentamiento con el capellán de la
prisión, ya que rechaza enérgicamente su consuelo, al declararse no creyente.
La versión de François Ozon,
de 2025, que ahora se ofrece en los cines, es muy fiel al texto original, y
creemos que también se inspira en el guion de Luchino Visconti, ya filmado en
1967, con Marcello Mastroianni a la cabeza del reparto. Ozon se ha decantado
por el blanco y negro para retratar la historia de modo documental. Ha contado
con el joven Benjamin Voisin para el papel de Meursault, de mirada
neutra y ademanes bien sobrios, ajustados a la apatía del personaje. Supera a
Mastroianni, a quien su compostura de galán impedía conectar con Meursault de
manera plausible. Rebecca Marder recrea a una bella y excelente Marie,
preocupada de recibir la atención de Meursault, y en especial, su compromiso de
amor. Pierre Lottin –un incondicional del director (v. la magnífica Cuando
cae el otoño (2024)--, incorpora a un despreocupado, desenvuelto, retador y
chulesco Raymond.
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| Rebecca Marder, en "El extranjero" (2025) |
En la película de Ozon se
resaltan los caracteres femeninos –que son más secundarios en un relato contado
por el propio protagonista--, dando cierta entidad autónoma a la mujer árabe, y
potenciando los rasgos de Marie. La primera clama justicia por el asesinato de
su hermano en aquella playa, y la segunda busca una asertividad firme en
Meursault, aunque termine aceptando ser solo su capricho.
La cómica paradoja del guion es
que Meursault es condenado no tanto por matar a un “indígena”, sino por su
inhumana frialdad demostrada en el velatorio y funeral de su propia madre. Se
convoca a los huéspedes y personal de la residencia como testigos de la
acusación. Meursault es un sujeto sin alma, sin corazón, que dejó que
enterraran a su madre como si el hecho no fuera con él. Ante ese desfile de
evidencias, Meursault solo se excusa diciendo que, en la playa, “el sol le cegó”
(al reflejar su intensidad contra sus ojos en el brillo de la hoja del árabe).
Y, en mitad de la nada, de un
periódico viejo encontrado bajo el camastro de su celda, Meursault rescata una
historia tremebunda que vuelve a subrayar que no somos gobernantes de nuestro
destino: la del emigrante checo que regresa a su país, enriquecido, se hospeda
en un hotel regentado por su madre y su hermana, y resulta asesinado por estas,
quienes no lo reconocen hasta después. Han matado a su propia carne.
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| Fragmento de la novela original de Camus. |
En esta versión de Ozon se destaca la segregación racial entre argelinos blancos e “indígenas” nativos. Cines donde no pueden entrar los “indígenas”, por ejemplo. Asimismo, ya se apunta a una sociedad dividida entre los partidarios de una Argelia francesa, y los defensores de su independencia.
Una película fina, hermosa –apta para
acompañar en su duelo a los misántropos--, aun cuando triste y desasosegante,
como el relato tan gris que reproduce.
Antonio Ángel Usábel, diciembre
de 2025.




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