Orson, mago de primera.

Orson, mago de primera.

lunes, 29 de diciembre de 2025

"El extranjero", según Ozon.

Albert Camus es un escritor imprescindible. Impactante, por la viveza y crudeza de sus argumentos y personajes. No debe faltar en cualquier biblioteca, por lo menos, su drama teatral Calígula, o sus novelas La peste y El extranjero. Existencialista, presenta a un hombre inmerso en un entorno que parece no pertenecerle, y, desde luego, no dominar nunca. El protagonista de Camus va a la deriva del mundo; se deja arrastrar por la corriente como ramita caída en el río. Quizá se exceptúe el emperador loco, que desborda de poder y, sin embargo, también queda atrapado por la fuerza de ese desbordamiento. Cambia la realidad a su antojo, para no hacer sino atraerse sobre sí su propio final. Cualquier esfuerzo resulta inútil, como Sísifo empujando la enorme piedra que pronto habrá de caer.

Benjamin Voisin en "El extranjero" (F. Ozon, 2025)

La novela de Camus se publicó en 1942, y el escritor trabajaba en ella desde, al menos, 1938. Retrata la vida anodina de un francés argelino, Meursault, oficinista, al cual comunican, por telegrama, la muerte de su madre –su único familiar vivo--, en una residencia de caridad a varios kilómetros de Argel. Meursault asiste a su funeral fríamente, sin derramar una lágrima. De vuelta en la ciudad, coincide en una zona de baños pública con una joven a la que apenas veía, Marie, y a quien utiliza como consuelo sexual. Un vecino suyo, Raymond, proxeneta, le pide ayuda para escribir una carta de amor a su novia árabe. Su relación con ella es muy tormentosa y violenta, y un día se produce una agresión sobre la mujer, que promete ser vengada por el hermano de esta. Durante una escapada a una playa, tres muchachos árabes siguen a Raymond y se enfrentan con él, hiriéndolo levemente con una navaja. A la vista de esto, Meursault decide ir en pos del agresor. Lo encuentra tumbado tranquilamente sobre la arena, saca una pistola que llevaba Raymond, y le mete cinco tiros. Meursault se entrega a las autoridades y se le asigna un abogado de oficio. El detenido no pone ningún interés por encauzar su defensa. Reconoce los hechos, y espera su sentencia con indolente resignación. Es condenado a la guillotina, y tiene un duro enfrentamiento con el capellán de la prisión, ya que rechaza enérgicamente su consuelo, al declararse no creyente.

La versión de François Ozon, de 2025, que ahora se ofrece en los cines, es muy fiel al texto original, y creemos que también se inspira en el guion de Luchino Visconti, ya filmado en 1967, con Marcello Mastroianni a la cabeza del reparto. Ozon se ha decantado por el blanco y negro para retratar la historia de modo documental. Ha contado con el joven Benjamin Voisin para el papel de Meursault, de mirada neutra y ademanes bien sobrios, ajustados a la apatía del personaje. Supera a Mastroianni, a quien su compostura de galán impedía conectar con Meursault de manera plausible. Rebecca Marder recrea a una bella y excelente Marie, preocupada de recibir la atención de Meursault, y en especial, su compromiso de amor. Pierre Lottin –un incondicional del director (v. la magnífica Cuando cae el otoño (2024)--, incorpora a un despreocupado, desenvuelto, retador y chulesco Raymond.

Rebecca Marder, en "El extranjero" (2025)

En la película de Ozon se resaltan los caracteres femeninos –que son más secundarios en un relato contado por el propio protagonista--, dando cierta entidad autónoma a la mujer árabe, y potenciando los rasgos de Marie. La primera clama justicia por el asesinato de su hermano en aquella playa, y la segunda busca una asertividad firme en Meursault, aunque termine aceptando ser solo su capricho.

La cómica paradoja del guion es que Meursault es condenado no tanto por matar a un “indígena”, sino por su inhumana frialdad demostrada en el velatorio y funeral de su propia madre. Se convoca a los huéspedes y personal de la residencia como testigos de la acusación. Meursault es un sujeto sin alma, sin corazón, que dejó que enterraran a su madre como si el hecho no fuera con él. Ante ese desfile de evidencias, Meursault solo se excusa diciendo que, en la playa, “el sol le cegó” (al reflejar su intensidad contra sus ojos en el brillo de la hoja del árabe).

Uno de los secundarios que también resalta en la historia absoluta del protagonista, es el viejo cubierto de calvas y pústulas que maltrata a su perro. Cuando el can se escapa, cuando lo ha perdido, es cuando lamenta su ausencia y el valor de tenerlo al lado. Amo y can compartían un destino: la sarna.

Y, en mitad de la nada, de un periódico viejo encontrado bajo el camastro de su celda, Meursault rescata una historia tremebunda que vuelve a subrayar que no somos gobernantes de nuestro destino: la del emigrante checo que regresa a su país, enriquecido, se hospeda en un hotel regentado por su madre y su hermana, y resulta asesinado por estas, quienes no lo reconocen hasta después. Han matado a su propia carne.

Fragmento de la novela original de Camus.

En esta versión de Ozon se destaca la segregación racial entre argelinos blancos e “indígenas” nativos. Cines donde no pueden entrar los “indígenas”, por ejemplo. Asimismo, ya se apunta a una sociedad dividida entre los partidarios de una Argelia francesa, y los defensores de su independencia.

Una película fina, hermosa –apta para acompañar en su duelo a los misántropos--, aun cuando triste y desasosegante, como el relato tan gris que reproduce.

Antonio Ángel Usábel, diciembre de 2025.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario