Orson, mago de primera.

Orson, mago de primera.

jueves, 13 de agosto de 2020

La crisis de los cincuenta.

¿Hay vida afectiva y social para una mujer cumplidos los cincuenta? Esa es la gran pregunta que se hacen tres amigas que coinciden todos los jueves en el Parque del Príncipe de Cáceres, para dar paseos y hablar de sus problemas. Invisibles es una película de Gracia Querejeta, con guion de la propia directora y de Antonio Santos Mercero, estrenada en cines el 6 de marzo de 2020. Su lanzamiento se truncó por la alarma por el Covid-19 y el confinamiento generalizado.

Es una comedia ácida, protagonizada por Adriana Ozores (Julia, la profesora de Matemáticas), Emma Suárez (Elsa, obsesionada con su jefe) y Nathalie Poza (Amelia, la insegura). Blanca Portillo, Pedro Casablanc y Fernando Cayo completan el reducido reparto. Toda la acción se desarrolla en el parque, de marzo a mayo. Es una cinta discursiva, y su única localización hace que se resienta de vistosidad. Haber visto a esas tres mujeres, por separado, en sus actividades cotidianas (trabajo, familia, calle) hubiera realzado el interés del espectador para seguir la narración. Invisibles no es La soga, ni La ventana indiscreta o Crimen perfecto, que palían un solo decorado con la fuerte intensidad dramática de la trama. Es así que tanta vuelta por el parque cansa lo suyo, si bien las conversaciones retratan plenamente la situación personal de cada una de las implicadas. Gracia Querejeta ha construido un relato de mujeres y para mujeres, al cual los hombres, sin embargo, no deben permanecer ajenos, pues el otoño de la edad media llega para todos. Se queda, y es la antesala del invierno.

Julia es una profesora de Secundaria frustrada, que empieza a desdeñar –y hasta aborrecer—su trabajo. Se queja de la actitud retadora de los adolescentes, de quienes no soporta, sobre todo, su juventud y alegría de la vida. Se le suicida una alumna, a quien ella no atendía bien. Da clase para los cuatro que quieren aprender, y pasa del resto. No está nada ilusionada ni volcada en su actividad docente. No tiene vida sexual con su marido.

Elsa vive obsesionada con sentirse apetecida. La idea de acostarse con su jefe no se le quita de la cabeza. Una y otra vez está pendiente de cada mensaje que le manda al móvil. Para ella, un buen polvo es siempre necesario. Especialmente, según se van pasando las primaveras. 

Amelia es una mujer muy insegura, que ha pasado por dos divorcios. Vive con un hombre que tiene una hija universitaria que no la acepta. Las trifulcas son constantes, sobre todo, en ausencia del padre de la muchacha. En el parque coincide casualmente con su expareja, que ha tenido mellizas. Ante él, Amelia se ve como fracasada por no vivir una relación estable y consolidada. Al mismo tiempo, contradictoriamente, reivindica el derecho a la soledad (aunque ella misma no sepa estar sola, y esto le lleve a apaños poco exitosos, por lo perecederos). 

El argumento va desgranando los males de la gente madura en nuestra sociedad: menos incentivos profesionales, sensación de aislamiento (aunque se viva junto a alguien), pérdida de ánimos, etc. Un momento de la vida donde las ilusiones entran en crisis. Cuando parece que la solución que queda es lamentarse ante las amigas, y que no habrá ya segundas oportunidades. Por eso, no hay final cerrado para esta película. Todo sigue, y quizá se repite.

Invisibles es un fresco veraz de las mujeres (e indirectamente también, de los hombres) maduros de nuestro tiempo. Un filme necesario, como testimonio, y una película que se agradece, a pesar de ciertos desaciertos en su planificación. Recomendable verla, aunque sea una vez.

© Antonio Ángel Usábel, agosto de 2020.

Paliando la edad madura.

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