Una supernova es una estrella que
aumenta repentinamente su brillo y lo mantiene durante un tiempo, antes de
decrecer en intensidad hasta apagarse. Eso fue lo que le pasó a Judy Garland
(1922-1969), la que fuera gran astro infantil de la MGM y una de las voces
mejor dotadas de Hollywood. Brilló en su juventud y se fue consumiendo en su
madurez, a pesar de ser la triunfadora en Ha nacido una estrella (George
Cukor, 1954). Habituada por el estudio a unas generosas dosis de estimulantes,
tranquilizantes y anfetaminas, Judy Garland fue una muñeca maltratada y rota,
usada hasta la saciedad para hacer taquilla, mientras, con los años, su
expresión enflaquecía y tomaba el aspecto de un ratoncillo asustado y famélico.
Cuatro matrimonios desafortunados, rematados por un quinto, con un sujeto que
prometió sacarla de la miseria para que pagara sus deudas con el fisco
americano y recuperara la custodia de sus dos hijos pequeños.
La última Judy es la que aparece
en la película homónima, firmada por Rupert Goold, cuyo guion de Tom
Edge y Peter Quilter está basado de lejos en el drama teatral de este segundo,
que en España se estrenó en 2011 en el Teatro Marquina de Madrid, en un
dignísimo y aclamado montaje, con una estupenda Natalia Dicenta como Judy y con
Miguel Rellán en el rol de su amigo pianista.
Esta vez es Renée Zellweger
quien incorpora a la mítica actriz y cantante, ayudada por unas lentillas
oscuras, un pelo corto, alborotado y teñido de negro, y una mueca de máscara
griega grotesca que mantiene durante todo el metraje. Su trabajo ha sido
distinguido con un Globo de Oro y se espera que se le otorgue la dorada
estatuilla del Oscar próximamente. Su versión no es que no convenza, sino que
es estática, alejada de matices y consuma una amargura que se contagia a todo el
filme. Judy es un largometraje amargo, muy amargo.
Las canciones se hacen esperar.
Cuando llegan, en una sala de fiestas londinense, son correctamente entonadas
por la propia Zellweger, y recuerdan algo a la Garland auténtica. La película
se centra en las últimas actuaciones de una Judy acabada en Inglaterra, muy
poco antes de morir en el baño de su morada de Chelsea a la edad de 47.
Vemos a un mito destruido, insomne,
atacado de los nervios, humana y artísticamente inseguro, que se incorpora a
duras penas sobre su sombra para ganar dinero y así recobrar la compañía de sus
descendientes. Una mujer sin pasión, sin amigos, sin futuro. Una Judy que es
llevada al escenario para que no falte a su cita con su público, pero que
rehúye el compromiso y que a menudo estropea el espectáculo por su adicción al
alcohol y a las pastillas.
Judy no decepcionará a los
incondicionales de la actriz. Pero tampoco les va a entusiasmar. El viejo
Hollywood aparece retratado inmisericordemente, con un Louis B. Mayer
despótico, verdadero ogro inmenso amenazando a su nuevo descubrimiento
infantil, teniendo a la joven estrella trabajando diecinueve horas al día, no
dejándole comer ni dormir lo necesario. Mayer fue el martillo de Judy, su grúa
y su piqueta. El único apoyo de aquellos años, Mickey Rooney, también falla a
la actriz. Con la edad, fue dejando de interesar a los estudios. Su físico
–nunca generoso-- fue perdiendo. En Vencedores o vencidos (Stanley
Kramer, 1961), incorpora extraordinariamente bien a Irene Hoffman, una mujer
acusada y represaliada durante el nazismo por sostener un idilio con un judío. En
ese papel, Judy aparecía obesa y estropeada, lo cual pudo subrayar el hondo
dramatismo de sus escenas.
En cuanto al elenco, merece la
pena destacar el esfuerzo, con resultados muy logrados, de Darci Shaw
como la joven Garland. Y de Andy Nyman y Daniel Cerqueira como pareja de
homosexuales reprimidos, fans fieles de Judy. En la década de los sesenta, los
homosexuales norteamericanos tenían una consigna para reconocerse: “Amigos de
Dorothy”, por el personaje protagonista interpretado por la actriz en la mágica
e inigualable El mago de Oz (1939). Se dice que el arcoíris como emblema
gay procede, igualmente, de ese lugar de ensueño donde todo es posible.
© Antonio Ángel Usábel, febrero
de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario